Y yo me la tragué entera. Resulta que me creí a pie juntillas que Fray Josepho había aceptado el cargo de poeta de cámara de la Familia Real. Claro está que ayudó el hecho de que yo recibiera una confidencia de fuentes muy fiables que me contaron la conversación que mantuvieron el Rey y la Reina cuando tomaron la decisión. Según este informe confidencial, se barajaron otras opciones.
—Me
convence su gusto por la rima,
sus
virtudes innatas de poeta,
me
consta que es frugal, sobrio y asceta
y
hablando del Parnaso, está en la cima.
—Y
su estirpe, ¿cuál es? —De
la Tarima
—No
soy de tu opinión y estoy inquieta,
¿no
buscará cambiarse de chaqueta?
—Sofía,
lograrás que me deprima.
—A
Sans Foy le va más la monarquía
si
vale mi opinión, le apoyaría
pues
tiene un proceder que a mí me llega.
—El
Príncipe se abstiene. No es satírico.
Y
Elena quiere al fraile, que es más lírico.
—¿E
Iñaqui Urdangarín? —Love de Pega.