Hay noticias que divierten, otras que sorprenden, otras asustan y otras indignan. Estas últimas son las que me dejan peor cuerpo. Para glosar la que nos ocupa, me ha salido esto y creo que me quedo corto.
Les juro, vive Dios, que no me extraña
lo que hacen esos monos de la peña,
lo lógico es andar siempre a la greña
con los hijos bastardos de Bretaña.
Exhiben con orgullo su calaña,
su modo de actuar, su santo y seña,
odiando sin razón y dando leña
a todo lo que evoque o huela a España.
Veteranos piratas de rapiña,
no es extraño que os huyan cual la tiña
cuando viles mostráis vuestra ponzoña.
De lo más despreciable, carne y uña,
no saquéis de la roca la pezuña
que a España no le gusta la carroña.
LdP
La poesía satírica siempre ha sido una de mis aficiones. Componerla y compartirla siempre me ha causado satisfacción y felicidad si he arrancado una sonrisa de quien me ha leído. La ironía, el sarcasmo, la sátira son armas de doble filo que pueden fácilmente volverse contra quien las utiliza. También pueden ser motivo de enojo para la persona satirizada. No es esa mi intención. No pretendo que esto vaya más allá que una crítica ácida a veces, pero inofensiva. Pero crítica al fin y al cabo.