Esto se escribió allá por al año 2.000, cuando el entonces Presidente Aznar convocó las elecciones generales. La mayoría de los protagonistas que se nombran, todavía permanecen en la política. Víctor Ríos, el de las luengas barbas, creo que está de asesor en un país latinoamericano.
Desde que hace varios días,
Aznar en su presidencia
nos convocara a las urnas
antes de esta primavera,
ya se nota en los políticos
la curiosa verborrea
con que suelen castigar
a los que a oírlos se acercan,
ya se nota en los partidos
que están afilando lenguas
buscando los titulares
más llamativos de prensa,
pronto darán resultados
las consabidas encuestas,
que por cierto fallan más
que una escopeta de feria,
y ocuparán telediarios
y tertulias mañaneras
en las radios, en los bares
o en otro sitio cualquiera.
Pero de todo lo dicho
en estas jornadas previas
lo que más me sugestiona,
es el pacto de la izquierda.
El Almunia aprovechando
que el Anguita no está cerca,
le ha hecho un guiño a Paco Frutos
y quiere formar pareja
en los próximos comicios
si el Frutos no se presenta
en más de treinta provincias
para chupar de la izquierda
los votos que le hacen falta
para ganar la carrera
que lleva hasta la Moncloa,
conocida residencia
que ahora ocupa la familia
de Aznar y de Ana Botella.
Y a mí mucho me preocupa
la posible confluencia
de los dos paridos que
dicen llamarse de izquierda,
porque viendo a las personas
que han acudido a la mesa
a negociar estos pactos
yo me planteo el dilema:
¿Habrán pactado también
la imagen de cartelera?
¿Tendrá que dejar Almunia
crecerse la barba entera
igual que hace Víctor Ríos
que hasta el ombligo le llega?
¿Se imaginan a Cipriano
con esa barba tan luenga?
¿O se imaginan a Ríos
con toda la cabellera
que luce Cipriano Císcar
encima de la cabeza?
¿Y quién será el estilista,
peluquero o peluquera
que se atreva a conjugar
con una imagen certera
que aúne las dos tendencias
de este pacto de la izquierda?
A ver si el cartel parece
una imagen milagrera
o un apóstol que Leonardo
da Vinci, con mano diestra,
pintara al fresco en el cuadro
llamado La Santa Cena.
Si esto es así les sugiero
que escrito con grandes letras
junto a la imagen del cuadro
le coloquen este lema:
"El que no me vote a mí,
viene el coco y se lo lleva."
LdP
La poesía satírica siempre ha sido una de mis aficiones. Componerla y compartirla siempre me ha causado satisfacción y felicidad si he arrancado una sonrisa de quien me ha leído. La ironía, el sarcasmo, la sátira son armas de doble filo que pueden fácilmente volverse contra quien las utiliza. También pueden ser motivo de enojo para la persona satirizada. No es esa mi intención. No pretendo que esto vaya más allá que una crítica ácida a veces, pero inofensiva. Pero crítica al fin y al cabo.
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