No puedo revelar a Vds. cómo ha llegado a mí una transcripción completa de la declaración de hoy de la Infanta Cristina ante el juez Castro. Les comunico este resumen de la misma en décimas aliteradas.
Ha
llegado sonriente
a
los juzgados la Infanta,
no
parece que le espanta
la
expectación de la gente.
‒Buenas, Señor
Presidente,
demás miembros
de la junta,
¿quién es aquí
el que pregunta?
Venga, no se
ponga tonto,
porque quiero
acabar pronto
que pronto será
hora punta.
‒No hay prisa Doña Cristina,
porque es una
hora temprana
y hay de tiempo
hasta mañana
para cerrar la
oficina.
De su marido,
¿qué opina?
‒¡Huy!,
bellísima persona,
y ahora que me
lo menciona,
le digo en tono
sereno,
que es un hombre
justo y bueno,
orgullo de la
corona.
A veces, pierde
la olla
y se pone en
plan canalla
y monta empresas
pantalla,
se desorienta y
se enrolla
y yo, cuando más
se embrolla
le sugiero en un
murmullo:
Basta de hacer
el capullo,
que me cansa
tanto rollo
y no montes ningún
pollo
ni trames ningún
chanchullo.
Señor Juez, sin
más prefacios:
Si montaba
empresas sucias,
allá él con sus
argucias,
revise sus
cartapacios.
¿Que se compraba
palacios?
¿Y eso merece
desprecios
de memos, tontos
y necios?
Con buenos o
malos socios,
hace mejores
negocios
quien regatea en
los precios.
Mi testimonio
veraz
le expongo con
rapidez:
Caballeros, yo
estoy pez
y soy del todo
incapaz.
Si usted insiste
tenaz
en hacer la
estupidez
de convocarme
otra vez,
con diligencia
veloz
le diré con
franca voz:
No sé nada,
Señor Juez.
LdP