jueves, 23 de abril de 2020

HASTA SIEMPRE, MARCOS


En momentos como este, resulta difícil expresar en palabras lo que han representado Les Luthiers en la vida de uno. Han sido tantos momentos de placer, de risas, de admiración, de derroche de talento que no sabría con cuál quedarme. Durante más de cincuenta años, Les Luthiers han creado tantos momentos sublimes que hace tiempo que decidí que la mejor definición de sus espectáculos es que sobrepasaban el lugar común de humor inteligente, eran más bien un elogio a la inteligencia. Ellos han demostrado, espectáculo tras espectáculo, que se puede crear, se puede hacer humor blanco y con crítica sin ofender a nadie y prolongar la experiencia durante más de cincuenta años. Deberían tomar nota el ejército de mediocres que necesitan ofender a las religiones, a los símbolos nacionales y se amparan en el escudo del humor para esconder su patética falta de talento. Cada vez que he sentido rabia y pena por la falta de escrúpulos de estos pobres desgraciados, cualquier secuencia de cualquier espectáculo de Les Luthiers me ha servido de medicina y me ha puesto en perspectiva la transcendencia de algunos de estos caraduras que tienen la misma gracia que un cólico nefrítico.
Marcos Mundstock, la voz de Les Luthiers se ha apagado para siempre. Afortunadamente podemos seguir recordándole en la infinidad de vídeos que se conservan de sus geniales presentaciones de las composiciones de Johan Sebastian Mastropiero. Su voz, grave y cálida, era el preludio de un derroche de música y humor que había de esforzarse para estar a la altura de las presentaciones.
En homenaje a Marcos Mundstock, me declaro de religión luthierana, que entre sus dogmas cree que hoy Daniel Rabinovich habrá recibido a Marcos y juntos ya estarán preparando monólogos, perdón, biólogos para goce y disfrute de los que tengan la suerte de poder estar cerca.


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