OTRO APARATO

Me llamó la atención la anécdota que relataba Alfonso Ussía en el artículo que firmaba estos días con motivo del fallecimiento de Manuel Fraga. Textualmente decía:


Cuando, en el Hotel Landa de Burgos, Antonio Senillosa y Carlos Sentís organizaron el primer encuentro de Fraga y Tarradellas, hablaron de Francia. «Envidio de los franceses su patriotismo», comentó don Manuel. Y el Muy Honorable apostilló: «Yo también. Y la guillotina».


Desconozco la intención, aunque me la imagino, de Josep Tarradellas al pronunciar esta frase, pero sí que sé la que me ha llevado a mí a componer el soneto que sigue. Que nadie piense que soy tan burro como para añorar las ejecuciones públicas de la Plaza de la Concordia, pero créanme, cuántos infelices subieron al cadalso y perdieron la cabeza con menos causa que algunos de nuestros contemporáneos que al final se saldrán de rositas.


Esta entrada va dedicada a un querido lector, colega del Dr. Guillotin, que ha pedido a Love de Pega, por mediación de un confidente, que compusiera algo para festejar un correo, que compartimos recientemente, que hablaba de la ostentación y el despilfarro de politicastros que hemos tenido la desgracia de soportar.

Para quien ha forjado nuestra ruina
haciendo millonario al amigote,
no pretendo filípica ni azote,
ni advertencia, sermón o regañina.


Me inclino por más recia medicina:
yo propongo un arreglo en el cogote,
ajustando la soga o el garrote
y si quieren glamour, la guillotina.


Por eso reivindico y aun alabo
a este chisme, patente de un francés,
que extirpaba cerebros con presteza.


A veces, ni se nota el menoscabo,
pues a aquel que gobierna con los pies,
que más le da, si pierde la cabeza.


LdP